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El Reportero del Escambray

Crónica de una década

Por Norland Rosendo González.

La década de 1960 a 1970 fue decisiva para la Revolución Cubana, en ella se sentaron las bases institucionales para el nuevo proyecto social, económico y político del país. En este trabajo encontrará pormenores de las transformaciones en las relaciones de propiedad y económicas. Conozca cómo Cuba pasó del Capitalismo salvaje y dependiente de los Estados Unidos a la verdadera independencia con el Socialismo.     

Aquellos fueron años de muchos cambios. Pocos podrían haber vaticinado las transformaciones de la década de los sesenta en Cuba. La mayoría esperaba que el nuevo gobierno satisficiera las principales necesidades y eliminara el caos y la anarquía que imperaban impunemente en la sociedad de entonces. Pero el vicio, la corrupción, el descrédito, la politiquería y las estructuras capitalistas estaban muy arraigados. La Revolución era un haz de luz que desafiaba las penumbras y la inmensa oscuridad de una isla rebelde e infructuosa hasta entonces en sus anhelos de ser independiente.  

Quizá la "mala suerte" fuera una de las razones que más influyeron en la incertidumbre y el compás de espera que coexistían con la efervescencia y el desenfado de los cubanos en 1959. Fidel Castro tenía un discurso diferente y los barbudos no se comportaban como era usual en el Ejército. ¿Sería suficiente para pronosticar lo que vendría después? Los compromisos del nuevo gobierno eran muchos. Demasiadas promesas estaban aplazadas.

Sin embargo, la obra revolucionaria adquiría dimensiones que rebasan las aspiraciones y la estabilidad del capital extranjero y nacional. Comenzaba el encontronazo de intereses. El cambio parecía entonces más radical que un simple reemplazo de poder en el gobierno. El tiempo, las circunstancias, la inexperiencia y las arteras traiciones que se urdían para hacer zozobrar a la Revolución obligaban a actuar con inteligencia, seguridad, celeridad y aplomo.

La economía cubana estaba totalmente deformada. El capital norteamericano dominaba los principales renglones. La monoproducción y la monoexportación de azúcar restringían nuestro desarrollo. La balanza comercial era desproporcionalmente desfavorable. Las relaciones de intercambio con EEUU estaban establecidas para beneficiarlos a ellos. El poder político estaba liderado por los latifundistas, la burguesía azucarera y la comercial importadora. Cuba seguía siendo un paraíso tropical para los norteamericanos.

Aquí invertían y aquí amasaban una fortuna con relativa facilidad. Las condiciones estaban creadas con ese propósito. La anuencia y la complicidad de un reducido grupo de nativos que disfrutaban también del "casino isleño", en contraste con la inmensa mayoría, garantizaba la eternidad del emporio. 

En esas circunstancias, para la Revolución en el poder, se hacia imprescindible un proceso nacional liberador que nos desatara de la dependencia a la cual estábamos sujetos, y que nos convirtiera en los verdaderos dueños de nuestras riquezas. Proceso que sentó las bases para la desaparición definitiva de la propiedad capitalista. 

LA TIERRA PARA LOS QUE LA PRODUCEN 

Aunque la estructura de la propiedad agraria al finalizar la primera Reforma Agraria no era compatible con los contenidos socialistas revolucionarios que signaron el proceso de nacionalización a partir de octubre de 1960, fue un antecedente sin el cual sería muy difícil comprender lo que sucedió después. Este momento constituyó un golpe demoledor para los propietarios de inmensos latifundios. Se redistribuyó aproximadamente 67% de la tierra. Los beneficiados fueron los pequeños campesinos y el Estado, quien asumió el control de 40% de la superficie. Se disminuyó a 400 hectáreas el total permitido a cualquier persona natural o jurídica. Doscientas mil familias recibieron los títulos de propiedad de las tierras que estaban trabajando desde antes del Triunfo de la Revolución, como prometía la Ley número 3 de las Sierra Maestra, concebida en 1958.  

Sin embargo vale recordar que mientras los campesinos dominaban 2.5 millones de hectáreas, los terratenientes conservaban todavía 1.8 millones en los finales de 1961. Esta correlación debía reajustarse mejor a los requerimientos del proceso, pero era muy importante en aquellos momentos aprovechar las capacidades de quienes hasta entonces controlaban la producción de la agricultura y tenían las condiciones necesarias para ello sin que se produjera un desplome brusco y fatal para la consolidación del nuevo gobierno. Era vital la coexistencia con un sector propietario muy fuerte y que podía incluso, como lo hizo, ofrecer resistencia y oposición a los cambios más radicales.  

La Segunda Ley de Reforma Agraria (octubre de 1963) barrió definitivamente con los grandes latifundios. Para ese entonces ya estaba en marcha la ofensiva contra los vestigios del Capitalismo en nuestra economía. La extensión máxima permitida se redujo a 67 hectáreas. Si en 1961 se había nacionalizado 37% de la tierra, dos años después ya el porcentaje se elevo a 70.

 

 Hacia 1966 el Estado controlaba poco menos de 50% de la masa de ganado vacuno, 75% de la producción de caña, y la totalidad de cultivos industriales como henequén, kenaf y algodón. Mientras los campesinos tenían un peso fundamental en el tabaco, café y más importante que el Estado en la producción de leche y tubérculos.

 

 El proceso de formación de cooperativas tanto de créditos y servicios (CCS) como de agricultores pequeños (CPA) determinó el establecimiento del otro tipo de propiedad socialista. Los campesinos asociados en las cooperativas recibían ayuda estatal en forma de créditos, precios justos en la venta de los insumos y requerimientos materiales, y colaboración técnica fundamentalmente.

La esencia de las transformaciones económicas más importantes en ese período, opina José Luis Rodríguez en el artículo La economía de Cuba Socialista, radica en el rompimiento con las estructuras agrarias caducas como eslabón que determinaba el atraso y la miseria del pueblo, y con el dominio imperialista que asfixiaba a la economía en general, y principalmente a la agricultura, a través del latifundio azucarero.

LIMPIEZA MORAL 

La confiscación de los bienes a los malversadores enriquecidos con el erario público y negocios turbios amparados por los gobiernos anteriores a 1959 fue una etapa interesante de la nacionalización, que se desarrolló a partir de los primeros momentos de la instauración de las autoridades revolucionarias. Ello contribuyó a que el Estado tomara posición de un conjunto de propiedades significativas. Esta medida tenía un sentido de justicia social y no tuvo un carácter socialista. Influyó sobremanera el imperativo del saneamiento moral en la nueva sociedad; barrer con los residuos corrompidos de la Cuba prerrevolucionaria constituía un paso significativo en la legitimación y autenticidad de los cambios que se venían operando.  

En el verano de 1960 el gobierno revolucionario decidió intervenir las empresas y los bancos norteamericanos en Cuba como respuesta a la posición francamente hostil y agresiva que habían tomado en relación con el proceso que se estaba desarrollando. La medida tenía un carácter eminentemente antiimperialista. 

PASO A LA AUTÉNTICA PROPIEDAD SOCIALISTA 

No se podía hablar aún del establecimiento de la propiedad legítimamente Socialista en nuestro país. El hecho que sirve de referencia para señalar el inicio de ello fue el proceso de nacionalización de todas las propiedades capitalistas que comenzó en octubre de 1960 con la Ley número 890. "Hasta ese momento las intenciones del gobierno revolucionario, explica Carlos Rafael Rodríguez en La Revolución Cubana y el periodo de transición, no entrañaban un cambio inevitable hacia posiciones socialistas.

Aún después de la Reforma Agraria, de la recuperación de bienes malversados y de las nacionalizaciones de las fundamentales empresas imperialistas, Cuba estaba en una situación que teóricamente permitía la subsistencia, durante un período, de una forma capitalista de desarrollo." Y no es que se alentara el desarrollo por vías capitalistas, sino que no se descartó la posibilidad de que la burguesía industrial no azucarera jugara un papel positivo en la economía nacional. Idea que fracasó por el alineamiento de estos con los intereses imperialistas. 

La liquidación de la propiedad capitalista se produjo a través de un proceso de nacionalización, y estaba concebido con indemnizaciones, aunque en muchos casos no se llevó a cabo así por las posiciones de boicot que asumieron muchos de los antiguos dueños, reacios a admitir la intervención de sus propiedades. 

En la Plataforma Programática del PCC se especifica la necesidad de esta medida en las aspiraciones nacionales. "...entre el Capitalismo y la fase Socialista de la formación económica y social Comunista existe un período de transición, en el cual el Estado existente es el de la dictadura del proletariado, y en cuyo transcurso se transforma toda la vida de la sociedad, se liquida toda posibilidad de restauración del Capitalismo, y se construye el Socialismo." 

BALANCE DEL PROCESO 

La eliminación de la propiedad privada capitalista en los sectores fundamentales de la economía se desarrolló en un período de tiempo relativamente breve, y ofreció la oportunidad de crear un centro socioeconómico único mediante el cual garantizar el progreso de las fuerzas productivas y de las relaciones socialistas de producción correspondientes.  El siguiente cuadro comparativo ilustra como varió el peso de la propiedad estatal de 1960 a 1969.   

SECTORESAño 1960 (%)Año 1969 (%)
Agricultura3770
Industria85100
Construcción80100
Transporte92100
Comercio May.100100
Comercio Ext.100100

  El proceso fue adquiriendo cada vez dimensiones mayores. No sólo iluminó a quienes nunca habían tenido noción de la claridad de una Revolución profunda, sino que cegó a los que intentaron neutralizarla.  

El establecimiento y consolidación de la propiedad socialista en nuestro país ocurrió fundamentalmente entre 1960 y 1966. En ese lapso tuvieron lugar cambios muy radicales y profundos. Los errores, extremismos y disfunciones no estuvieron ausentes, y eso es lógico en todo proceso como el nuestro. Pero lo loable es la concepción, la certeza de la propuesta y la pasión con que se emprendió el asunto. Los resultados así lo corroboran.  

El comunismo era una palabra proscrita en la Cuba de aquellos años. La propaganda de los medios de comunicación al servicio del imperialismo y de la oligarquía nacional distorsionaba la realidad de la Unión Soviética y del resto del campo socialista. Ese es un elemento que no se puede olvidar a la hora de analizar las transformaciones estructurales en la economía, y máxime de la propiedad. Si bien no podemos considerar que la Primera Ley de Reforma Agraria, las confiscaciones de bienes y las nacionalizaciones del capital norteamericano en el verano de 1960 fueron medidas respaldadas por un presupuesto socialista consciente, tampoco podemos desconocer la importancia de esas decisiones en el acondicionamiento del terreno para la instauración posterior de la propiedad socialista sobre los medios de producción, acordes con una proyección ideológica garante de ese comportamiento en el terreno económico. 

Lo cierto es que la gran propiedad capitalista fue sustituida por las formas socialistas con predominio de la Estatal, y cobertura para la cooperativa en el sector agrario, a la vez que se respetó a los campesinos individuales que no desearon asociarse, lo que demuestra la transparencia del proceso. El sector no agrícola sí fue asumido íntegramente por el Estado Socialista.  ¿Quién hubiese vaticinado en medio de la euforia de la entrada de los barbudos en La Habana, o en los meses ulteriores el verdadero rumbo de aquella Revolución? El tiempo demostró que las utopías no eran imposibles. Aquella no fue una aventura de descabellados e ilusos, como muchos pensaron. Fue la obra de un grupo de jóvenes románticos. Pero no de cualesquiera, sino de románticos con convicciones, inteligencia y un futuro que construir.   

Para la redacción de este material consultamos básicamente las revistas Economía y Desarrollo de la década de los sesenta; Cuba Socialista de ese lapso también y los trabajos:Rodríguez García, José Luis. El desarrollo económico y social en Cuba: resultados de treinta años de Revolución.Rodríguez García, José Luis. La economía de Cuba socialista. Rodríguez, Carlos R. La Revolución Cubana y el período de transición.                                                                 

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