El mejor gol de Amadito
Por Norland Rosendo González
La historia de un niño discapacitado de la localidad de Güinía de Miranda, en el Escambray, que, gracias a la existencia de un Joven Club en ese paraje de la montaña, ha podido cumplir su sueño de aprender el fascinante mundo de la computación.
El balón está en la media cancha. Hace un clic y comienza el partido de fútbol. Con la mano derecha recostada a la mesa para poder colocar los dedos sobre el mouse, Amado Morales Medina guía a los jugadores con tanta destreza que logra pases cortos, al estilo de Brasil. Se acerca a la portería rival, triangula y tira… casi burla al portero. — ¿Y a eso solo tú vienes al Joven Club? — (Sigue el juego mientras habla). No, yo aquí he aprendido mucho, a trabajar en Word, hacer tablas, dibujar. Mi profe, Yunisdey Sánchez Valladares, es muy buena y muy bonita también, y mientras termina el elogio encoge los hombros y achica los ojos. Intenta reírse otra vez, pero tiene que evitar un contragolpe de los rivales… Si tuviera una computadora en mi casa no dormiría. Yo sueño con ellas, y eso que me paso las noches aquí, conversando con los CVP» Ahora casi anida un gol. Con la agilidad de sus dedos, a pesar de la distrofia muscular progresiva, dejó detrás a tres defensas y falló por milímetros. «Los fines de semana me entretengo con las películas y los juegos. Este de fútbol es de los que más me gusta». — Pero recibes otras clases durante la semana, ¿en ellas te va tan bien como en la computación? — Dos veces por semana viene una maestra de Manicaragua. Ya yo estoy en quinto grado. Español es mí asignatura preferida, pues aprendo a no tener faltas de ortografía, aunque la computadora me las señala. También recibo matemáticas, historia, ciencias… Goooooool, Amadito acaba de anotar uno. Ahora está delante en el marcador y lo disfruta como si estuviese en medio del terreno. «Yo sabía de las computadoras por mi profesora que me llevaba a la escuela primaria José Tey de la localidad. Allí me enamoré de ellas. Cuando supe que construirían un Joven Club aquí, cerca de mi casa, pensé que era un sueño. Me entretenía solo con la televisión.» —¿Es verdad que tú chequeabas la obra todos los días? — ¿Quién te dijo eso? Yo venía a conversar con los obreros y ver el trabajo. Tite Rojas, Juan, Joseíto y los otros constructores fueron mis primeros amigos en el Joven Club. Después llegaron los profesores Humbertico, Yoelys, Yuleimy, la Rubia, que es la mía, la directora Maibel y Mayelín. Ellos son como mi familia.Ahora es la computadora, hábil en eso de aprovechar las oportunidades de los humanos, quien le marcó un gol. Se empató el partido. Pero la diestra de Amadito maniobra rápido, y sus atletas hacen pases cortos y elegantes (si los cubanos jugaran así). Otra vez domina el mediocampo. «Si no fuera por Fidel. Yo sé que esta idea de hacer los Joven Club fue de él; igual que la de ponerme una maestra para mí solo en la casa. Si pudiera le daría un abrazo grande y un beso. La computadora es casi parte de mí, de mis sueños. La quiero como a una novia.»Está a punto de concluir el partido. Pero él no se conforma con el empate. Tira un balonazo desde el fondo del campo, sus dedos manipulan el mouse igual que los titiriteros, apenas puede percibirse el clic, perfecta recepción del delantero, y mejor el tiro a puerta: Goooool. Por Norland Rosendo González El balón está en la media cancha. Hace un clic y comienza el partido de fútbol. Con la mano derecha recostada a la mesa para poder colocar los dedos sobre el mouse, Amado Morales Medina guía a los jugadores con tanta destreza que logra pases cortos, al estilo de Brasil. Se acerca a la portería rival, triangula y tira… casi burla al portero. — ¿Y a eso solo tú vienes al Joven Club? — (Sigue el juego mientras habla). No, yo aquí he aprendido mucho, a trabajar en Word, hacer tablas, dibujar. Mi profe, Yunisdey Sánchez Valladares, es muy buena y muy bonita también, y mientras termina el elogio encoge los hombros y achica los ojos. Intenta reírse otra vez, pero tiene que evitar un contragolpe de los rivales… Si tuviera una computadora en mi casa no dormiría. Yo sueño con ellas, y eso que me paso las noches aquí, conversando con los CVP» Ahora casi anida un gol. Con la agilidad de sus dedos, a pesar de la distrofia muscular progresiva, dejó detrás a tres defensas y falló por milímetros. «Los fines de semana me entretengo con las películas y los juegos. Este de fútbol es de los que más me gusta». — Pero recibes otras clases durante la semana, ¿en ellas te va tan bien como en la computación? — Dos veces por semana viene una maestra de Manicaragua. Ya yo estoy en quinto grado. Español es mí asignatura preferida, pues aprendo a no tener faltas de ortografía, aunque la computadora me las señala. También recibo matemáticas, historia, ciencias… Goooooool, Amadito acaba de anotar uno. Ahora está delante en el marcador y lo disfruta como si estuviese en medio del terreno. «Yo sabía de las computadoras por mi profesora que me llevaba a la escuela primaria José Tey de la localidad. Allí me enamoré de ellas. Cuando supe que construirían un Joven Club aquí, cerca de mi casa, pensé que era un sueño. Me entretenía solo con la televisión.» —¿Es verdad que tú chequeabas la obra todos los días? — ¿Quién te dijo eso? Yo venía a conversar con los obreros y ver el trabajo. Tite Rojas, Juan, Joseíto y los otros constructores fueron mis primeros amigos en el Joven Club. Después llegaron los profesores Humbertico, Yoelys, Yuleimy, la Rubia, que es la mía, la directora Maibel y Mayelín. Ellos son como mi familia.Ahora es la computadora, hábil en eso de aprovechar las oportunidades de los humanos, quien le marcó un gol. Se empató el partido. Pero la diestra de Amadito maniobra rápido, y sus atletas hacen pases cortos y elegantes (si los cubanos jugaran así). Otra vez domina el mediocampo. «Si no fuera por Fidel. Yo sé que esta idea de hacer los Joven Club fue de él; igual que la de ponerme una maestra para mí solo en la casa. Si pudiera le daría un abrazo grande y un beso. La computadora es casi parte de mí, de mis sueños. La quiero como a una novia.»Está a punto de concluir el partido. Pero él no se conforma con el empate. Tira un balonazo desde el fondo del campo, sus dedos manipulan el mouse igual que los titiriteros, apenas puede percibirse el clic, perfecta recepción del delantero, y mejor el tiro a puerta: Goooool.
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