La mujer que es un libro
Por Norland Rosendo GonzálezEn las lomas del Escambray existen muchas personas con un envidiable hábito de lectura, un privilegio que antes de la Revolución era solo de las familias acaudaladas con posibilidades económicas para costearse los estudios. Hoy en cualquier paraje de la geografía cubana hay historias como esta. Qué sería de ella, si en lugar de libros de papel tuviera que cargar con piedras cinceladas, a la usanza de la antigüedad bíblica. Ella, que todos los días va calle arriba y trillo abajo con una jaba llena de títulos, pregonando las bondades de la lectura y conquistando devoradores de letras.—Nada, si los textos aún viniesen en ese soporte, cambiaría la jaba por una carretilla y seguiría en este oficio. Ya casi no recuerdo los viejos tiempos cuando tenía un local para estos menesteres. Ahora soy una promotora ambulante. «Sin embargo, me duele que los libros sufran, encajonados, en espera de las condiciones ideales para exhibirse. No todos tienen la suerte de viajar conmigo en busca de gente que los hojee.»Así de sensible es Blanca Rosa López Carpio, la mujer que ha logrado hacer de la lectura un hábito en muchos moradores de Güinía de Miranda y las comarcas aledañas, y a la que por las venas les fluyen letras, imágenes, décimas, chistes y una pasión desbordada por entretener y enriquecer el espíritu humano.«Mi mayor tristeza sería que un día nadie me pidiera libros, que pasara inadvertida con mi carga colgada de los hombros y no tuviese que mostrarla en un portal, sobre una mesa, en plena acera…, o que la gente bostezara mientras yo lea fragmentos. «Desde que me gradué en la década del 70 empecé a trabajar con niños. Ellos tienen la imaginación de Gabriel García Márquez, y son tan curiosos que exigen de nosotros un esfuerzo adicional para satisfacer sus fantasías. Y eso me gusta, porque yo vuelo con ellos en las alas de las golondrinas y las palomas, navego en los barquitos de papel con los piratas y uso los disfraces de las hadas madrinas para encantarlos.«Con los abuelos es semejante. Solo que las fantasías se convierten en leyendas de sus tiempos, en historias de amor añejas, en sus experiencias juveniles, que mucho me ayudan, pues enriquecen mi acerbo.«Los libros adquieren otras dimensiones con ellos, si son de poesías, ellos improvisan; si de humor, aportan sus chistes. Las tertulias en la Casa de los Abuelos tienen horario de inicio, pero el final es impredecible.«Las horas pasan como si fuesen minutos. Tienen tantas cosas que contar, que yo empiezo a leer y ellos poco a poco se adueñan de la palabra. Son los mejores promotores literarios que he conocido. «Mas, el mayor placer lo experimento con los afiliados a la Asociación Nacional de Ciegos y Débiles Visuales (ANCI).Ellos leen a través de mis palabras, y ponen tanta atención a la inflexión de mi voz, que mudan el rostro según el fragmento, no dejan que el viento les robe los sonidos. «Tienen memoria de elefante, recuerdan con exquisita precisión las escenas, y creo que hasta reconocen mis pasos, pues siempre que paso cerca del taller donde laboran me llaman y recuerdan los libros que más disfrutaron.«La gente de las ciudades cree que aquí se lee poco, pero eso no es verdad. Yo conozco polillas humanas en este pueblo: Rosendo Ávalos, Ángel Meneses, Isabel Hernández, Martha Rodríguez, Reginaldo Ramírez y los dulceros de la repostería, quienes han leído cientos y cientos de ejemplares, de casi todos los géneros. Ya yo no sé de donde buscarles novedades.Con su jaba de textos a cuestas va por los centros laborales, y entre libro y libro, lee sus propias décimas, porque ella tiene de música, poetiza y humorista. Le añade sazón criolla a sus historias con rima, al estilo de Chanito Isidrón, y todos ríen a carcajada. «Yo nunca he guardado los originales, y mira que he escrito poesías, no tendrán mucho valor literario, pero cumplen con su función de entretener, sintetizar gratos recuerdos y rendir homenajes.» Así transcurren los días y muchas noches de Blanca Rosa, entre libros: prestándolos, comentándolos, dramatizándolos y, aunque ella no conserve los originales de sus obras, escribiéndolos, porque su labor promotora es una de las mejores novelas de amor escrita en estos lares del Escambray.
0 comentarios