«Yo me hice comunista con un fotuto en las manos»
Por Norland Rosendo González
MANICARAGUA. —José Núñez Ramírez ingresó en el Partido Socialista Popular una mañana de 1949, con trece años. Nadie lo había captado para militar en esa organización, no tenía edad, ni sabía tampoco qué cosa era un partido político. Pero ese día, sin premeditarlo, se hizo militante.Unos guardias rurales llegaron al caserío de San José de Mabujina, entre Güinía de Miranda y Manicaragua, en el centro de la Isla, para desalojar a los campesinos de aquellas tierras.
El pequeño Núñez cogió un cuerno de fotuto y tocó hasta que sus pulmones no resistieron más. Era la señal acordada para que se juntaran los guajiros, se armaran con piedras, palos, machetes, guatacas, y se afilaran los dientes: habría pelea.Y la hubo de veras, cuenta Núñez.
Nadie se dejó intimidar por los uniformados a caballo. Solo pudieron echar al callejón a dos familias la primera vez que fueron, porque la segunda… nadie cedió, y eso que estuvo a punto de armarme. En las palabras de los campesinos había tanta fuerza como la tensión de sus manos en la empuñadura de sus machetes. Los guardias se retiraron.
Así cuenta este viejo militante, fundador del PCC, su primera experiencia contra las miserias de un régimen corrupto, la prepotencia de sus gobiernos.En sus ojos quedaron clavadas las imágenes de aquella jornada, y en su mente comenzó a fraguarse la idea de sumarse algún día, como su padre, al bando de los que se rebelaban contra tantas penurias.
«Ingresé en la Juventud Socialista y posteriormente en el Partido Socialista Popular porque eran la agrupaciones de izquierda que mejor representaban los intereses de la clase obrera y campesina. Luchaban contra la discriminación, los abusos, los despidos masivos y los desalojos, que eran frecuentes por aquí.
«Yo pertenecía a la célula de San José de Mabujina, militábamos unas diez personas, liderados por José Toscazo; y teníamos la misión de agrupar a los vecinos, explicarles la situación política del país y cómo debíamos actuar para combatirla.«Las reuniones eran clandestinas: en campos de caña, casas de tabaco, por las noches, a la vera del río, en cualquier lugar poco visible. Mi carné estaba firmado por Blas Roca».
DESPUÉS VINO LA REVOLUCIÓN
«Cuando tomaron a Manicaragua, yo estaba en la finca y llegué al pueblo al día siguiente. Inmediatamente me incorporé a la labores de organizar la defensa y garantizar la tranquilidad. Le faltaba muy poco a la dictadura de Batista para colapsar. La gente respiraba la victoria, y hacía falta orden y disciplina para alcanzar el triunfo sin más dificultades».
Después Núñez se sumó a la Revolución sin reservas. Estuvo en la Limpia del Escambray: primero como explorador en la localización de los bandidos, donde participó en la escaramuza que dejó como saldo el primer alzado muerto en un enfrentamiento contra los milicianos, y después en las operaciones contra esas bandas pertrechadas por Estados Unidos para sembrar el terror en el lomerío del Escambray.
«Tuve el privilegio de saludar personalmente al Comandante en Jefe. En un cerco a una de esos grupos de contrarrevolucionarios se presentó Fidel en la zona. El comandante Félix Torres me presentó y me pidió que lo orientara para llegar hasta Minas Ricas, pues yo era un excelente conocedor del lugar. «Parece que mi explicación le gusto, porque sugirió que me enviaran a la Unión Soviética a estudiar una carrera militar. Pero yo era analfabeto.
Cuando Arnaldo Milián Castro me llamó para preparar el viaje se lo confesé. No había tenido tiempo de alfabetizarme con los trajines de la Revolución. Hubiera sido una oportunidad magnífica para superarme.«Me ubicaron en una Escuela del Partido para lograr el sexto grado, y lo aprobé. Eran tiempos de mucho ajetreo. Trabajé de delegado interventor en la zona del Escambray durante el proceso de nacionalización y entrega de la tierra a los campesinos. También fui jefe de ganadería en la Granja Lenin, en Báez.»
Después lo movieron para Camagüey, donde dirigió un plan lechero, las labores de acopio en la zona de Pina y Morón.Cuando regresó a Las Villas se incorporó como jefe de un pelotón de agricultores y luego trabajó en la construcción hasta su jubilación. Participó en la ejecución de la presa del Negrito y Paso Bonito. Cumplió misión en Angola entre 1978 y 1981.
«Estuve entre los trabajadores que edificaron el hospital Arnaldo Milián Castro. Ese fue un honor. Él y yo tuvimos buenas relaciones. Era muy comunicativo e inteligente. Un hombre sencillo, pero de profundas convicciones. Un dirigente capaz y auténtico.
«Para mí el PCC constituye el escalón superior al que debe aspirar todo revolucionario. Se debe caracterizar por la transparencia, la verdad, la consagración y la entrega. Hay que ser siempre ejemplo.«La mentira cobija la traición, el oportunismo y la hipocresía, y esos males se parecen a las serpientes de cascabel, que envenenan con sus mordidas. Por eso, jamás comulgué con las falsedades, y este Partido nuestro tampoco las tolera.»
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